miércoles, 25 de enero de 2012

No quiero ser una tumba de palabras




Me resisto a cambiar. No quiero ser de madera y que los días pasen sin sentir.

Si, me resisto a ser como la mayoría.

Me resisto a no pedir un abrazo, o a no soltar una carcajada por una tontería que se me acaba de pasar por la cabeza.

Me resisto.

No quiero ser así. Y si ser como yo soy, significa sufrir más, lo haré. No hay nada peor que tener miedo al miedo. Yo no lo tengo.

Me resisto a no perder las formas, si en un instante me apetece saltar porque oigo una canción, lo seguiré haciendo.

Si me enamoro, lo diré, aunque me cueste, aun sabiendo que no me quieran. Me resisto a no decirlo, no quiero ser una tumba de palabras.

Si algo me gusta es mi espontaneidad, mi sencillez, mi calidez, mi empatía, mi generosidad, mi pasión …me gustan mis cabreos repentinos, porque se van como han venido y se solucionan con palabras y una buena sonrisa.

No me gustan los silencios sin explicaciones, me resisto a darlos, prefiero las palabras, aunque no me guste lo que vaya a escuchar o lo que vaya a decir.

Me resisto a no ponerme en lugar de los demás, porque todo el mundo tiene un porque, y a través de ello consigo entender muchas cosas.

Sentirse querido y apreciado es el mejor regalo del mundo. Y si algo me hace feliz es decir a mi gente que la quiero.

Quiero seguir teniendo esa luz especial, que me hace diferente y que nada ni nadie mate mi pasión.


La foto la hice antes de navidades, en el Barrio del Borne, Barcelona.

Dedicado a mi amigo Fernando, que ha visto la persona que hay dentro de mi y me lo repite una y otra vez para que no lo olvide.